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Cultura

Oda a Santa Coloma amb un poema d’Aitor Dorado

  • Redacció

“Un homenatge a la ciutat on he viscut”. El poeta i colomenc Aitor Dorado ha volgut expressar el seu orgull a la ciutat a través del poema Ciudad del Mundo (Homenaje a Santa Coloma de Gramenet) en què barreja la poesia lliure amb la mètrica comptada en un repertori històric al llarg del segle XX i de grans figures de la ciutat amb el pas del temps en què és avui Santa Coloma.

Referències a altres mestres com Pedro Cano, Joan de la Vega i de figures musicals com Queralt Lahoz. El jove poeta sent “un amor molt gran” per Santa Coloma i ho transmet a través de la metàfora i d’altres recursos literaris. Escriu poesia combativa i social, però també temes més íntims i introspectius, “el que necessito expressar a través de la lírica”, comenta.

Ciudad del mundo (Homenaje a Santa Coloma de Gramenet)

No me iría lejos de aquí,

mi horizonte acaba en ti.

Quizás lo veas poca ambición,

pero tan solo es raíz, vínculo y amor

 

a ti, que en el fondo de tu ayer

fuiste pequeño pueblo payés

donde veraneaba en ti el burgués

de una Barcelona distinta a tu tez.

 

Años treinta en blanco y negro

con los colores previos de Boada y de Berruezo.

Fatídico veintisiete de enero,

juro que sobre ti nunca pasarán.

 

Tras la hambruna rincones de España vinieron,

gentes de a pie cargadas con lo puesto

en busca de futuro y sustento

para reencontrarse con lo deplorable y mísero.

 

Años sesenta y setenta,

postales desde una nueva ciudad con pinceladas grises:

calles sin asfalto ni alumbrado,

luchas vecinales, curas rojos, Los Correas.

 

Desde Casas Baratas hasta Oliveras,

entre el río y la montaña, el Niño de la Pera

cantaba a una Gramenet del Besòs

cuyos vuitres arcaicos renombraron Santa Coloma.

 

Autobuses secuestrados suben a Can Franquesa

mientras vientos nuevos al dictador se llevan.

De Blas Muñoz hacia Luis Hernández

se erigirá dignamente mi ciudad madre,

 

mi cuna de infancia y de vida,

mi callejón sin salida,

mis paisajes entre lo urbano y bello

que abraza verde la Serralada de Marina.

 

Ciudad de todos, ciudad del mundo,

calles de un Fondo alegre y diverso,

donde hallan cabida los acentos

de estos tiempos que miran al futuro.

 

Migrante eres en tu raíz más autóctona,

golondrina errante al paso de tu historia,

o aquel estanque de los peces dorados

al que escribió desde su pecho Pedro Cano.

 

Te miro, te escucho y te leo

entre versos de Joan de la Vega y de Rodolfo del Hoyo,

entre acordes de Queralt Lahoz,

esbozos de Rita Hervás, novelas de Chelo Arroyo,

 

viñetas de Azagra, carretes de Samuel Aranda,

Sergio Mas y Joan Guerrero

y relatos humanos y certeros

de Carlos Quesada y de Peponio.

 

Te siento, te vivo y te padezco

en cada recuerdo y recoveco

sin dejar de ser el inocente niño

que correteaba alegre por la Font de l’Alzina.

 

Y hoy sé, en tu luz y sombra presentes,

que solo me arrancará de ti la muerte,

que sin ti vagará mi verso inerte

en un invierno largo eternamente,

 

que por muy lejos que pueda partir

siempre mis pasos me llevarán a ti;

 

a ti, que en la mugre de tus cielos,

me has dado vida, vientos del pueblo,

 

mirada al mañana desde una raíz

que me recordará de dónde vine y quien fui,

 

mirada al mañana desde una raíz

que me devolverá, liberto, de nuevo a ti.